31.8.13

La chica en boxers y camiseta blanca.



"Amanece, y tu, apareces solamente en una camiseta, demasiado dormilona. Y yo con el café ya hecho te contemplo, me doy cuenta de lo feliz que estoy sabiendo que eres para mi.

Anoche reí cuando saliste de la ducha desnuda y te pusiste tu camiseta blanca. Íbamos a hacer el amor y no tenia sentido ponértelo, pero así eres tu.


Nos quedamos cinco minutos mas en la cama para acurrucarnos y luego sales a la calle y te conviertes en toda una mujer.


Hasta que te vuelva a ver, tu camiseta blanca me anestesia la piel seca sin tus caricias. En el trabajo parezco un idiota que en sus ratos libres habla con una camiseta.


Y me congelo al pensar que podía no haberte tenido, y me gustaría poder regalar tanto cuanto te amo, oh dios mio.


Llegas a casa y estas esperándome, eres tan real...


Hubo una época cuando ya no creía en el amor, pensaba que era solamente un motivo para hacer novelas


Ahora sonrío, incapaz de creérmelo, mi amor se esta duchando y yo la espero aquí, tendido en la cama.

Parezco un tonto perdido, esperando a que saliera y se ponga su camiseta blanca. "

27.8.13

Hambre de futuro

Se pasa el día soñando y tiene una fe ciega en el destino, sabe que todo pasa por algo. A veces se queja de que de pequeña era más fantasiosa y siempre reía, y es cierto, pero cómo no va a dejar de soñar alguien a quien la vida le ha dado unos buenos palos. Aun así salió del bache y vive cada día convencida de que lo mejor está por llegar, de que le espera algo grande; que su vida actual está orientada hacia lo que el destino le tiene preparado. Tuvo malas rachas, esas que tenemos todos, y se levantaba sin ganas de ser nadie, sin aspiraciones. Pero algo cambió, ni ella misma sabe lo que es, supongo que se dio cuenta de que así no podía seguir, que era demasiado joven para ahogarse en sí misma. Cuentan que un día se miró al espejo y no reconoció a quién estaba ahí de frente. Ya no era aquella chica risueña, charlatana y feliz, muy feliz. Malas rachas… Pero siguió adelante. Y no pudo hacer mejor elección. Ahora sueña con su futuro, algo que durante un tiempo había quedado muy olvidado. Quiere dejar la ciudad, no es que huya de su realidad, pero tiene hambre de nuevas cosas. De vivir experiencias, de abrir su mente, de cambiar de ambientes, de llegar a ser mejor. Aprenderá a echar de menos, y sabrá quién realmente merecía la pena. Y así podrá conocerse a sí misma, la tarea más difícil de toda nuestra vida, y también la más emocionante. También cuentan que ayer volvió a mirarse al espejo, y que sonreía, ni ella misma sabe muy bien por qué, pero está segura de que a partir de ahora todo va a salir bien

women's secret

Todas las mujeres crecemos, consciente o inconscientemente, con un objetivo fundamental desde que tenemos uso de razón (o más bien de corazón): encontrar el amor de nuestra vida. Nosotras siempre tan tradicionales… y yo no voy a ser una excepción. Ni la mujer más independiente, más moderna y más orgullosa podría negarlo.


Claro que también dicen que para conocer al amor de tu vida primero hay que tropezar con unos cuantos canallas. Todas tenemos un expediente abierto con algún caso. No podía ser tan fácil. Sin embargo, gracias a esos tropezones, vamos aprendiendo y cogiendo experiencia. Con el tiempo, desarrollamos el famoso detector para evitar lo que no nos conviene, que curiosamente suele ser lo que más nos atrae. Nos gustan demasiado los amores kamikaces, siempre ha sido ley de vida.
El caso es que para encontrar el amor de tu vida hay que arriesgarse las veces que haga falta. No lleva un cartel en la frente diciendo “Soy Él” para identificarse, así que déjate de ese miedo a sufrir que te impide darle la oportunidad a una nueva experiencia. De toda la vida de dios: No risk, no glory. Quién dice que el siguiente no puede ser el tren que esperabas… Lo más probable es que no, para qué engañarnos. Pero oigan, no desesperen, porque tengo un halo de esperanza que ofrecer: doy fe, por experiencia, que esa leyenda urbana de ¡será cuando y donde menos te lo esperes!… es cierta. Sí señoras, es cierta.

Para distinguirlo, el secreto siempre está en la sonrisa. Esa inevitable y delatadora sonrisa de enamorada perdida que tenemos todas al principio, la cual no tiene ningún mérito porque cualquier canalla sabe robárnosla al comienzo. Lo difícil y la clave es mantenerla hasta el final, y eso solo podrá hacerlo la persona que buscas, la única capaz de dibujarte esa sonrisa ahora y el resto de tu vida. Será entonces cuando podrás sacar tu corazón y anotar en secreto: objetivo cumplido.

23.8.13

Los veintitantos...

Cuando tienes veintitantos, circunstancias de la vida que te han rodeado hasta ahora cogen otro punto de vista. Se conoce como la “crisis del primer cuarto de vida”.
Un día te miras al espejo y aunque no lo hayas notado, sabes que ya no eres la misma de hace un par de años. Esa inseguridad de la adolescencia ha desaparecido y ya tienes tu personalidad, tus opiniones, tu estilo y tus gustos forjados. Ríes con más ganas y te das cuenta de que el ochenta por ciento de los problemas no son tan graves. El círculo de amigos se ha reducido en número pero aumentado en calidad, aprendemos a valorar los “planes de día”, y el gusanillo de conocer mundo está a flor de piel, así que siempre es buena idea una escapada a algún rincón nuevo.

Salir de fiesta tres días cada fin de semana es vivir al límite. Con la resaca de una noche ya tenemos para dos semanas, los ligues de discoteca te empiezan a parecer vacíos, y pillarse la borrachera del siglo ha pasado de ser divertido a penoso. En su lugar, nos das un bar, buena compañía, unas cañas y un poco de música de fondo… y no nos mueve nadie. 
Antes con cualquier cosa nos conformábamos, ahora enseguida distinguimos lo bueno de lo mediocre, en lo material y en las personas, y entiendes que el secreto de todo está en los detalles. Con los estudios, el trabajo o lo caseros que nos volvemos a veces, va siendo más difícil coordinar horarios y ver a tu gente, y cada vez disfrutas más de un café como excusa para poneros al día.


Queremos crecer, sí pero no. A veces te comportas como si tuvieras 18 años, y otras piensas que cada día te pareces más a tu madre. Estamos más abiertos a otros puntos de vista, a gente nueva y a amores diferentes. El día menos pensado encuentras a tu chico y te preguntas cómo has podido vivir sin él todo este tiempo, o quizás te acuestes por las noches y te preguntes por qué no puedes conocer a una persona lo suficientemente interesante como para querer conocerle mejor. Los años van pasando demasiado rápido, y de fondo solo escuchas: “¡Los veintitantos será la mejor época de tu vida!”, y un canguelo te empieza a invadir haciendo que te preguntes: ¿Realmente estoy aprovechando “la mejor época de mi vida”?
La respuesta me la dio uno de esos taxistas sabios que durante el trayecto, preguntes lo que preguntes, acaba filosofando sobre la existencia humana. Vino a decirme algo así como que la mejor edad, la mejor etapa de la vida, es la que tenemos en este momento. Cada una tiene sus puntos positivos y deben ser valoradas de forma diferente. Solo hay que saber disfrutar cada cosa a su tiempo y pensar que mientras dura, sea la crisis que sea, estaremos viviendo los mejores años de nuestra vida.