En cambio, los expertos llegan, buscan, encuentran aleatoriamente a una persona y no piensan en enamorarse, porque sienten que ellos mismo acaban de inventar el amor.
Inventar el amor. No hace falta tuercas, tornillos ni alicates. Su engranaje es transparente a la mirada. Sólo requiere de paciencia, tacto y una irreversible dosis de destino.