8.8.14

Hazlo. Cómete la vida.

Recuerdo cuando el camarero nos trajo la vuelta para poder cerrar la terraza.

Cinco monedas y un billete. Un billete con una palabra escrita en él: Hazlo.

Hazlo.  Hazlo.  Hazlo.  Hazlo.  Hazlo.  Hazlo.  Hazlo.  Hazlo.  Hazlo.  Hazlo.  Hazlo.  

Hazlo, vuelve a decirte a ti mismo que, al fin y al cabo, nada es para tanto. Ponte tu camisa con superpoderes. Baila sin querer. Siéntate mientras desayunas. No hay nada que no pueda esperar cinco minutos. Piensa que puede, y solo puede, que hoy salgas un poco antes del trabajo y por fin tengas lo que hay que tener para marcar ese maldito número de teléfono.

Disfruta del silencio que sólo se oye cuando tu conciencia hace las paces con tus actos y tu insomnio firma su paz particular. Vuelve a pensar que, a decir verdad, madrugar no está tan mal.

Haz un paso de baile en los pasillos de un supermercado con un bote de mayonesa en la mano y convierte tu plato de ducha en el estudio musical de la orquesta sinfónica de tu voz de gato atropellado. Pregúntale a tu gato cuál de las dos te queda mejor.

Quítale el polvo a la guitarra, a la moto, a tu disco preferido y a ese libro que dejaste a medias porque la realidad de tu vida superaba con creces la mierda de historia esa que se hace llamar ‘triste’ sólo porque el autor todavía no me conoce a mí.

Hazlo. Cómete la vida, tal vez.

Hazlo aunque a ti también te hayan roto las esquinas y te hayan vuelto a pegar con celo. Hazlo aunque te arruguen para volverte a estirar y seas la cuenta pendiente que se paga años después. Hazlo aunque vuelvas a las mismas manos que un día te dejaron marchar, hazlo incluso sin que esas manos lo sepan jamás. Sé la sorpresa que te encuentras en el bolsillo del abrigo del invierno pasado y no tengas miedo a que te cambien por un puñado de céntimos porque la máquina no admite billetes.

Podría recordarte que todas y cada una de las cosas que haces desde que te levantas hasta que te acuestas marcan lo que harás mañana desde que te levantes hasta que te acuestes. Podría decirte que lo que no digas hoy no será igual si lo dices mañana, que la sonrisa que no devuelvas hoy ya no será la misma que devuelvas mañana. Que lo que eres hoy, no volverás a serlo mañana y viceversa. Que no volverá a ser hoy nunca jamás. Que no tendrás veinte años nunca más. Ni treinta, ni cuarenta, ni cincuenta, ni sesenta.

Podría recordarte que existen más probabilidades de morir porque te caiga un coco en la cabeza que porque te ataque un tiburón y que puede que mañana te atropelle un camión y te vayas al otro barrio sin haber cumplido ese “a ver si nos vemos”.

Hazlo porque ‘todo lo que hagas en la vida será insignificante, pero es muy importante que lo hagas porque nadie más lo hará. Como cuando alguien entra en tu vida y una parte de ti dice: no estás mínimamente preparado para esto; pero la otra parte dice: hazla tuya para siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario