26.1.14

El Tetris y el amor

De repente, y sin venir a cuento, pienso en lo mucho que se parecen el Tetris y el amor.
Porque, al fin y al cabo:

En el Tetris, como en el amor, al principio todas las piezas parecen encajar sin problema alguno.
En el Tetris, como en el amor, lo que no encaja, no encaja. Y punto.
En el Tetris, como en el amor, no siempre llega la pieza perfecta en el momento adecuado.
En el Tetris, como en el amor, a veces las estructuras que desafían todo tipo de lógica son las que más tiempo resisten.
En el Tetris, como en el amor, no puedes planificar nada más allá de una mísera pieza.
En el Tetris, como en el amor, basta con que te confundas una vez, para arrastrar ese problema hasta el final.
En el Tetris, como en el amor, esas piezas que a simple vista parecían encajar a la perfección, de repente, juntas, carecen de cualquier tipo de sentido.
En el Tetris, como en el amor, decides cuándo empiezas, pero no cuándo acabas.
En el Tetris, como en el amor, desearías que las cosas no fueran tan cuadriculadas.
En el Tetris, como en el amor, una base sólida y estable es la clave del éxito.
En el Tetris, como en el amor, hay gente que no entiende lo de “game over”.
El Tetris, como el amor, tarde o temprano te acaba cansando.
En el Tetris, como en el amor, no hay trucos para ganar.
En el Tetris, como en el amor, no puedes estar jugando al mismo tiempo varias partidas. Si lo haces, perderás.
En el Tetris, como en el amor, triunfan los pacientes.
En el Tetris, nunca aparece la ficha que quieres y necesitas y, sin embargo, hay a patadas de las que no te interesan.
En el Tetris, como en el amor, si haces trampas y mientes, te las estás haciendo a ti mismo.
En el Tetris, como en el amor, siempre te arrepientes de algunas jugadas que has hecho.
En el Tetris, como en el amor, borracho se toman peores decisiones.
En el Tetris, como en el amor, hay momentos en los que todo va demasiado rápido.
En el Tetris, como en el amor, se aprende de errores pasados.


12.1.14

Creo en la gente que cree

Creo que no se me dan bien las presentaciones. Creo que tampoco las despedidas.
Creo que somos aquello en lo que creemos.
Creo en las canciones. Creo en la elegancia de Justin Timberlake. Creo en los detalles. Creo que hay que ir por la vida con los ojos bien abiertos. Creo que soy más de John Newman que de Bruno Mars. Creo que Scarlett Johansson está sobrevalorada. Creo que hay que ser muy hombre para olvidar a una mujer. Creo que ahora los gin tonics los preparan decoradores de interiores. Creo que una camisa blanca es lo más elegante que puede llevar un hombre. Creo en las mujeres que derrochan simpatía. Creo en el crujir de los hielos cuando te sirves una copa.
Creo que existen pocas cosas mejores que una buena ducha. Creo que hay que desconfiar de la gente que habla mucho en el desayuno. Creo en el olor a tostadas por la mañana. Creo que algún día iré a Lisboa. Creo que el imbécil grita y el inteligente calla. Creo que no se puede cambiar de pasión. Creo en las cenas con buenos amigos. Creo que las mejores canciones aún están por llegar. Creo que no hay nada mejor en este mundo que escuchar a una chica reír. Creo en las balas perdidas.

Creo en la gente que cree.

3.1.14

Ir con el corazón en la mano.

A mi me cuesta ser cariñosa, incluso en la vida amorosa. Siempre doy menos de lo que tengo. Mi estilo de querer es ése, un poco reticente, reservado, el máximo solo para las grandes ocasiones. De modo que si siempre estuviera expresando el máximo ¿que dejaría para esos momentos en que uno debe apelar el corazón en pleno?
También siento un leve resquemor frente a lo cursi, y a mi lo cursi me parece justamente eso: andar siempre con el corazón en la mano.
Y con las grandes ocasiones me refiero a los grandes amores. El amor es un sentimiento demasiado caro y no hay que andar derrochandolo en aquellos que no se lo merecen o no lo valoran.

Soy así, pero me gustaría aprender a querer al máximo en cada instante, porque nunca sabes cuando sera el ultimo. Quiero aprender a querer sin miedo, sin recelo, sin preguntarme ¿que pasará cuando me deje atrás? Quiero darlo todo en cada momento, porque es parte del juego y quien no juega con miedo no gana
Intentar no reservar todo para las grandes ocasiones, porque a veces, cuando llegan, nosotros puede que ya no estemos.
Ir con el corazón en la mano, es ir con amor a todas partes, la fuerza y el motor que lo mueve todo.

2.1.14

"no nos cuesta nada", o eso creen

Para estar guapa. Tienes que sufrir depilándote, arrancándote los pelos con pegotes calientes -o fríos- calcinándolos con rayos láser cuyas consecuencias a futuro nadie conoce, o pasándote cuchillas por el cuerpo. Y si no, tienes que sufrir porque tus amantes, tu médico, tu familia, la gente desconocida en la playa, te mire con reprobación las piernas, las axilas, el coño, el bigote, el entrecejo.
Para estar delgada. Tienes que sufrir en el gimnasio, o haciendo dieta, o las dos cosas, porque si no, tendrás que sufrir porque te llamen gorda, por la reprobación de quienes te miren, y por la ignorancia dolorosa de quienes no lo hagan.
Para ser madre. Tienes que sufrir, pariendo sin anestesia y dándole pecho a tu criatura por encima de tu voluntad y del sufrimiento de tus pezones. Y si no, tienes que sufrir porque eres una mala madre, que ha elegido no sentir cómo viene al mundo su criatura, y no alimentarla con el fruto de sus entrañas. Y tienes que sufrir mucho más si no quieres -o no puedes- tener criaturas, porque tendrás que dar explicaciones hasta el fin de tus días fértiles y más allá, y te sentirás -muchas veces- incumpliendo un mandato que se impone sobre ti.
Para trabajar. Tienes que sufrir para que tus compañeros y superiores no cuestionen tu trabajo, esforzándote más, demostrando más, porque si no, ganarás menos, tendrás que aguantar chistes y comportamientos sexistas, cuando no acoso... Y tienes que sufrir para compaginar tu  trabajo con tu vida personal, que -con un poco de suerte- consistirá en algo más que correr de un sitio a otro para cuidar y cuidar, sin cuidarte.
Para ser atractiva. Tienes que sufrir poniéndote tacones que te impiden andar con tranquilidad, ponerte ropas que te levanten el culo, te aumenten las tetas, te aplasten la tripa, levantarte antes para lavarte y arreglarte el pelo y pintarte la cara. Y si no, tendrás que sufrir porque no te miren, o porque te digan que te arregles, como si estuvieras estropeada...
Tienes que sufrir por amor. A tu pareja, a tu familia, a tu entorno... Sufrir y aguantar y esperar y postergar y sacrificar y todas esas cosas que a las mujeres “no nos cuestan nada”, para seguir plegada a las necesidades, expectativas y deseos de los demás. Es lo que esperan de tí.