24.2.12

Sólo se vive una vez, pero se mueren demasiadas.

Te cuelgas de su pelo, que desprende su fragancia, la más maravillosa del mundo.
Buceas en sus ojos, que son dos lagunas verdes, inmensas, infinitas, profundas, frías.
Que no te pertenecen. Y al recordarlo cada confortable sensación desaparece.
Y te estrellas de repente en el mundo real, en un remolino de olores que no son el suyo y colores que no son el verde de sus ojos, donde estás lejos de ella y de su alcance, de la melodía que tocan sus pies al caminar, de su sonrisa enmarcada por los labios más apetecibles que jamás besaste.

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