28.3.13

y... ¿a ti?

Acostumbrada a equivocarme en la letra de una canción que he escuchado mil veces, soy de las que hablan sin saber, piensan sin pensar, y tienen los ojos como dos bolas de cristal.

Me gusta el romanticismo en pequeñas pero intensas dosis, y necesito recibir más de lo que proporciono. Doy pasos en falso, y el equilibrio en mi vida está perdido, como mis razones, mis opiniones, y algún que otro recuerdo que ya no duele, sólo perdura en el tiempo.
Me gusta el aire frío recorriendo mi cuerpo a las ocho de la mañana, pero odio levantarme temprano y que se me hielen las manos y los pies nada más tocar el suelo. 
Repito cada dos por tres las cosas, como un disco rayado, y mi pasión por las cerezas está más que clara.
No me gusta demasiado la idea de hacerme mayor, pero tampoco me gusta esto de seguir siendo una niña.
Me gusta el otoño, los parques llenos de hojas secas y el mar. No obstante, no sé nadar.
Llevo, desde que tengo uso de razón, pidiendo dos deseos cada trece de julio. Un año uno, y otro año otro, con la esperanza de que se cumplan.
No soporto los sitios llenos de gente, los dias fríos con lluvia, el olor a gasolina, ni a las personas. No a todas, pero a la gran mayoría.
Aguanto las jornadas escolares, las charlas familiares y los '¿y si...?', que nadie quiere en su cabeza.
Me apasiona leer, las noches de verano-no demasiado calurosas-y todo lo que tenga que ver sobre lo que nadie sabe. Sobre lo que nadie entiende.
Además, soy de las que les gusta escuchar, y de las no les gusta hablar mucho, sobre todo cuando se trata de mi misma. En cambio me encanta el té con limón.
Me gustaría vivir eternamente, por aquello de que si me equivoco, pueda tomar otro camino, y hacer cosas grandes.
Me gustaría ser feliz.
Y... ¿a ti?

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